FÚTBOL
Santiago Mouriño: «No guardo rencor a Endrick, no creo que tuviera mala fe»
El central uruguayo sufrió en la primera vuelta una fea acción del delantero brasileño del Real Madrid, con el que este domingo vuelve a encontrarse
Por la Rodomontada

Con solo 23 años presume orgulloso de uno de matrimonio. Delfi, su novia de siempre y mujer desde 2024, es la estabilidad emocional que le hace la vida muy fácil a Santiago Mouriño. El defensa uruguayo nacido en Montevideo llegó en el verano de ... 2023 al Atlético de Madrid, tras dos buenas temporadas en la liga de su país. En el club rojiblanco hizo la pretemporada, pero se marchó cedido al Zaragoza: «Necesitaba hacer la mili. Hay cinco escalones de diferencia entre el fútbol de Uruguay y el de España». Ahora es un pilar en un Alavés que recibe al Madrid en Mendizorroza (16.15 horas, Movistar), donde el descenso y el título están en juego.
—Nació y pasó su infancia en el barrio de Conciliación, ¿cómo lo recuerda?
—Un barrio cálido y humilde donde tengo muchos amigos con los que jugábamos a todas horas al fútbol. Mi familia aún vive ahí, tanto mis padres como mis dos hermanos, que son mayores que yo. Yo soy el pequeño y siempre fui el más mimado por mi madre, pero no por ellos, claro. Era el que recibía todas las bromas (risas).
—¿A qué se dedicaban sus padres?
—Mi madre limpiaba casas y mi padre trabajaba en la construcción, pero desde hace ya un tiempo mi madre se pasó a la cocina. Tiene una pizzería y hace las mejores pizzas de Montevideo. Mi favorita es la caprese. La verdad es que tiene muy buena mano y yo creo que algo he aprendido de ella.
—¿En serio?
—Sí, sí. Creo que se me da bien la cocina. Algo le meto, pero ni siquiera empato con mi madre. Ella me gana por goleada (risas).
—Buen cocinero y ya marido, con solo 23 años.
—Desde los 22, sí. Creo que tanto mi mujer, Delfi, como yo somos bastante maduros y ya nos vinimos juntos de Uruguay cuando salí de allí en 2023. Era la primera vez que salía de casa de mis padres, pero tan bien acompañado y con esa madurez que le comento, se hace más fácil. Por ejemplo, lo de cocinar puede parecer una tontería, pero eso ayuda a que todo sea más sencillo cuando te vas de casa. Te sabes apañar solo y, además, mi mujer me da esa estabilidad emocional que es clave para poder rendir en el fútbol.
—¿Le cayó mucha bronca cuando dejó los estudios?
—Yo era buen estudiante al principio y luego ya fue por rachas. Sobre todo, me caían broncas en casa cuando traía malas notas. Y también es verdad que cuando les dije a mis padres que dejaba los estudios y lo apostaba todo al fútbol, ellos me hicieron ver que asumía un riesgo. Y yo también lo sabía, pero se dio bien. Me tomé muy en serio lo del fútbol.
—¿Dónde empieza su historia con el fútbol y cuándo detecta que podría comer de ello?
—De los 14 a los 19 años jugué en Nacional y llegué al filial. No logré debutar con el primer equipo, pero me fichó Racing y ahí sí estuve año y medio jugando en Primera. Fue justo en ese paso de Nacional a Racing, que yo había regresado tras una lesión de los meniscos de ambas rodillas, cuando sentí que podía ser profesional.
—En el verano de 2023 le ficha el Atlético. Menudo salto.
—Cuando llegas a un club tan grande lo primero que te llama la atención es el nivel. Es que estaba al lado de futbolistas con los que jugaba a la videoconsola hace dos días, y eso te marca. Si no estás rápido en el sentido de saber dónde has aterrizado, puede que te nubles un poco. En ese sentido, para mí fue una tarde y ya me di cuenta de dónde estaba y que tenía que ser uno más.
—Pero solo estuvo en el Atlético durante la pretemporada. Ni siquiera pudo debutar oficialmente, ¿por qué?
—Yo venía de Uruguay y el salto no fue de un escalón, sino de cinco. Yo era consciente de eso y que debía hacer la mili, algo que en el Atlético iba a ser complicado. No iba a tener allí los minutos que jugaba en Uruguay y eso es lo que necesitaba. Mire, el fútbol es igual en todos lados. Se trata de meter más goles que el rival, pero no es lo mismo en Suramérica que en Europa. En España el fútbol es muy táctico y técnico, algo que no sucede allí. En Uruguay hay más duelos, más segunda pelota, más físico… En Europa todo está más estructurado y eso requiere un proceso de aprendizaje.
—También le tocó reforzar su cuerpo. ¿Cuántos kilos de masa muscular ganó en su primera temporada?
—Cuatro. Llegué con 76 y al final de mi cesión en el Zaragoza me puse en 80. Pero todo masa muscular. Nada de grasa, que entonces me multaban (risas).
—¿Salió contento de la cesión en La Romareda?
—Fue un año de crecimiento, con 29 partidos jugados, y ese era el objetivo. Jugar alrededor de 30 encuentros. Hubo mejores y peores actuaciones, y el equipo no fue bien, pero la afición estuvo siempre a nuestro lado. Individualmente, quizás no fue mi mejor año. Una mezcla de buenos y malos partidos, pero lo importante es que sumé minutos y eso me llevó a estar donde estoy ahora.
—Firmó cinco años en el Alavés y ahí está, indiscutible en el centro de la defensa, pero con el equipo sufriendo por una permanencia que va a ser dura.
—Creo que estoy a buen nivel aquí y que me estoy acercando a mi mejor versión. Eso en lo individual. En cuanto al equipo, creo que deberíamos tener de 6 a 9 puntos más. Hemos perdido, o empatado, demasiados partidos en los últimos minutos, pero yo estoy convencido de que si subimos la concentración y cuidamos los pequeños detalles nos vamos a salvar. Y antes de la última jornada.
—¿El Madrid vendrá despistado tras el 3-0 en Londres y la vuelta del miércoles?
—Si nosotros fuéramos el Madrid pensaríamos más en este partido que en el del miércoles porque ellos se juegan la Liga y nosotros el descenso, pero ojalá piensen más en la vuelta de Champions. Lo que tenemos claro es que si el Madrid no corre más que nosotros no nos va a ganar.
—En la primera vuelta llamó la atención una acción de Endrick un tanto fea. Un rodillazo a su entrepierna por la que le cayeron muchas críticas. ¿Cree que hubo mala fe?
—Yo en ningún momento le dije nada, solo estaba jugando mi partido. Él cometió el error de darme el rodillazo, pero son cosas que se quedan dentro del campo y ya está olvidado. No le guardo rencor a Endrick. No creo que hubiera mala fe. Aquello pasó y ahí se queda, y espero que no se vuelva a repetir.
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